Ir al contenido

Ir al índice

Padres, guíen a sus hijos

Padres, guíen a sus hijos

Padres, guíen a sus hijos

“Antes solo teníamos que preocuparnos de que los niños no vieran demasiada televisión. Pero ahora hay videojuegos, computadoras y celulares. Tanta diversidad los abruma y les crea unos patrones de conducta similares a los patrones de adicción [...]. Su cerebro se acostumbra a una cantidad excesiva de estímulos auditivos y visuales, y cuando no tienen dichos estímulos, no saben en qué ocuparse.” (Doctora Mali Mann)

VIVIMOS en un mundo cada vez más conectado gracias a los avances tecnológicos en los campos de la comunicación e Internet. Muchos jóvenes no pueden salir de casa sin su reproductor multimedia o su teléfono. Y a medida que se ofrecen tales aparatos con más capacidad y funciones —y a precios más bajos—, la avalancha de posibilidades aumenta. En consecuencia, a los padres se les dificulta supervisar, educar y disciplinar a sus hijos.

Los padres, sin embargo, pueden cumplir bien su función si hacen dos cosas importantes. Primero, reconocer la veracidad de lo que dice Proverbios 22:15: “La despreocupación está anclada en el corazón del niño; la disciplina y la corrección lo librarán de ella” (La Nueva Biblia Latinoamérica, 2005). Y, segundo, admitir que la tecnología influye en los niños para bien o para mal, y procurar que influya en ellos para bien.

Empiecen temprano

En muchas familias, el primer aparato que conoce el niño es la televisión, y a veces, esta se convierte en su niñera. No obstante, algunos profesionales de la salud mental opinan que la exposición prematura y excesiva a la televisión puede fomentar desinterés por el ejercicio físico, crear confusión entre la realidad y la fantasía, y ocasionar problemas emocionales. También puede contribuir a que, posteriormente, los niños no presten atención en clase. La doctora Mann dice que a algunos niños hasta “se les llega a diagnosticar equivocadamente trastorno por déficit de atención [TDA] o trastorno de hiperactividad y déficit de atención [THDA], o incluso trastorno bipolar”. De ahí que algunos expertos recomienden que los niños menores de dos años no vean la televisión.

“Lo más importante en los primeros dos años de la vida del niño es el fuerte vínculo que se forja entre él y sus padres”, dice el doctor Kenneth Ginsburg, portavoz de la Academia Americana de Pediatría. Dicho vínculo se va fortaleciendo cuando los padres hablan con sus hijos, juegan con ellos y les leen. Y, como muchos padres saben, cuando a un niño se le lee regularmente, este desarrolla amor por la lectura, lo cual le resultará muy útil el día de mañana.

No puede negarse que saber utilizar una computadora y otros aparatos puede ser conveniente, incluso fundamental, para millones de niños. Pero si usted se da cuenta de que sus hijos están cada vez más absortos en las computadoras, los videojuegos, Internet, etcétera, sería bueno que los ayudara a adquirir otros intereses. ¿Cómo? Iniciándolos en alguna manualidad interesante, en un instrumento musical o en cualquier otra actividad sana que sea absorbente y estimulante para ellos.

Una actividad bien escogida no proporciona solo un poco de diversión agradable. También puede ayudar al niño a desarrollar paciencia, tenacidad, autodominio y creatividad, cualidades esenciales para abrirse paso en la vida, donde los problemas no se solucionan con un simple clic del ratón.

Los niños necesitan sabiduría y capacidad de pensar

La Biblia insta tanto a los adultos como a los niños a que desarrollen “su facultad de raciocinio”, o capacidad de pensar (Romanos 12:1; Proverbios 1:8, 9; 3:21). Esta no solo nos permite distinguir entre lo que está bien y lo que está mal, sino también entre lo sabio y lo que no lo es. Para ilustrarlo, no es ilegal pasar horas jugando con videojuegos o viendo televisión, pero ¿es sabio hacerlo? Tampoco es ilegal comprarse los últimos aparatos o programas, pero, de nuevo, ¿es sabio hacerlo? Entonces, ¿cómo se puede ayudar a los hijos a desarrollar la capacidad de tomar decisiones sabias en este campo?

Explíquenles los peligros. En cuestiones de tecnología, los niños aprenden rápido, pero tienden a ser ingenuos debido a su falta de sabiduría y experiencia. Así que díganles los peligros que deben evitar y enséñenles cómo hacerlo. Pensemos, por ejemplo, en las redes sociales. Es verdad que pueden ayudar a los jóvenes a expresar su identidad y a conocer a otros jóvenes, pero tales sitios también son como escaparates donde los depredadores sexuales y otras personas malintencionadas encuentran fácilmente lo que buscan (1 Corintios 15:33). * Por tanto, los padres sensatos aconsejan a sus hijos que no divulguen detalles personales en Internet. *

Claro está, a los hijos se les debe conceder privacidad en proporción con su grado de madurez. Con todo, los padres han recibido de Dios la autoridad y la responsabilidad de educarlos y supervisarlos (Proverbios 22:6; Efesios 6:4). Se espera que los hijos vean dicho interés como una expresión de amor altruista, y no como una intrusión innecesaria.

“Pero ¿cómo voy a ayudar a mis hijos si ni siquiera sé cómo funcionan los aparatos que usan?”, tal vez se pregunte usted. Pues bien, ¿por qué no aprende aunque sea lo básico? Melba, una mujer de más de 90 años, nunca había tocado una computadora antes de cumplir los 80. “Cuando empecé a usar la cosa esa —dice ella—, me entraron ganas de tirarla por la ventana. Pero al cabo de un par de meses por fin le agarré el truco, y ahora ya soy capaz de utilizar con relativa facilidad el correo electrónico y otros programas.”

Fijen límites razonables al uso de la tecnología. Si sus hijos se aíslan por horas enteras mirando la televisión, navegando por Internet o jugando con videojuegos, ¿por qué no especifican horarios y lugares en los que no se permita nada de eso? Tales medidas pueden ayudar a sus hijos a captar el valor del siguiente principio bíblico: “Para todo hay un tiempo señalado”; esto significa que hay un tiempo para la familia, un tiempo para los amigos, un tiempo para hacer las tareas escolares, un tiempo para comer, un tiempo para hacer ejercicio, y así sucesivamente (Eclesiastés 3:1). Establecer reglas razonables y hacer que se respeten contribuye a que la vida familiar esté mejor organizada y a que los hijos aprendan buenos modales y sean más considerados y sociables.

En el último artículo de esta serie analizaremos algunos principios, aplicables tanto a adultos como a niños, que nos pueden ayudar a valernos de la tecnología de una manera considerada y sin derrochar el dinero.

[Notas]

^ párr. 12 Los padres encontrarán información provechosa en el artículo “Menores en Internet. Lo que deben saber los padres”, publicado en ¡Despertad! de octubre de 2008. Los números de marzo y diciembre de 2007 y enero de 2008 contienen artículos sobre Internet, la pornografía y los videojuegos, que les serán de utilidad.

^ párr. 12 Algunos adolescentes también se valen de sus celulares para enviar a sus amigos imágenes eróticas de sí mismos. Esta degradante práctica —conocida como sexting— es una verdadera insensatez, pues, prescindiendo del objetivo de quien las manda, las fotos también suelen caer en manos de otras personas.

[Ilustración de la página 7]

Los niños necesitan una amplia variedad de actividades que estimulen su mente y que los ayuden a desarrollar paciencia y tenacidad